Esta vez, esta patrona experta en intertextos y en robos calificados, se permite robarle a un Premio Nóbel, -Mario Vargas Llosa- el título de uno de sus libros célebres: "Elogio de la madrastra".
La lengua francesa siempre ha sido benévola con la familia política. Cuando podemos pensar y hablar en el dulce idioma de los galos, nos damos cuenta hasta que punto con sabiduría y gentileza han endulzado hasta las aristas mas duras de esas entidades diríamos "horribles" para ejemplo bastan : "la belle-mère", que no nos hace imaginar a una madrastra en ningún momento, menos aún la asociamos con Andersen o con Perrault, tan francés este último. Siguiendo con las formas femeninas nos adentramos en el feo y duro término español "la cuñada".No alcanzamos a pronunciarlo y ya nos erizamos de espanto viendo a una mujer detestable que está asociado a él ( y más aún siendo conscientes que en algún punto una de nosotras si somos esposas de alguien, cargamos también al personaje detestable detrás de ese horrible término que el castellano nos ha endilgado) . En el imaginario la cuñada es chismosa, maligna, controladora, si es la hermana del marido, la mujer nunca tendrá la casa limpia y será una buena esposa, será ambiciosa y gastadora, y si es la mujer del hermano, ¡pobre de éste! será un infeliz durante toda la vida, ya que se ha casado mal y estará condenado a una tristeza eterna. (ay patrona, ¡cuánto desvarío literario en esta tarde invernal!)
Es que en esta tarde de asociaciones de lenguas y terminologías me encuentro muy divertida recordando al personaje de la "cuñada" en palabras castellanas. Y la diversión terminológica me ha venido nada más ni nada menos que porque una de las -sigue siendo horrible el término, perdón-
"cuñadas" que me ha tocado en la vida, ésta vez me hizo enormemente feliz.
Se las presento, la rubia.
Un buen día en esos duros cumpleaños de enero, tórridos y vacacionales, que cargo sobre mis hombros, María Soledad me regaló un libro. ¡un libro! ¡que acto de amor! Una persona que regala un libro a otra le está dando felicidad, aventura, entretenimiento, imágenes, geografías, paisajes, personas, historias de amor y de desencanto, vida... todo.
El libro es un objeto de culto que no va a cambiar a lo largo de la historia del hombre. Mi cuñada Soledad me regaló un libro bellísimo, que disfruté mucho tiempo después del cumpleaños estival, y que degusté en cada palabra, en cada paisaje de China que fui recorriendo a lo largo de sus páginas.
Me reconcilio con la "belle-soeur" y le regalo la palabra francesa, embellecida, elegante. Ya que ella consideró que yo merecía leer tan bello libro, y lo compartió conmigo, ¡siempre está bueno agradecer esos gestos! De paso,.. recomiendo yo también la lectura de éste autor chino que escribe en Francés y que también filma sus películas, si quieren ser felices...¡no se lo pierdan! (por supuesto... tampoco a Vargas Llosa).