no tengo nada en la cabeza, me angustia decirlo. Me pone mal, Me gustaba mucho escribir y crear historias, me gustaba la creatividad de las letras, la intimidad con el papel o la computadora a solas En estos momentos me hago -como siempre lo he hecho, por otra parte- ¿Dónde está mi rol de Patrona que ya no tengo ganas de ejercer? ¿qué quiero hacer en estos tiempos de la mitad de los cincuenta años? Y la respuesta me viene con el sol del otoño de éstos días: Nada. No tengo ganas de ponerme grandes metas, Quiero no tener tantas obligaciones puntuales, quiero salir de la zona de mirada a la que me obliga el trabajo.
Por el momento disfruto los momentos lindos, el desayuno sola o con la familia. Ir a dormir temprano con el "Peor es nada", con quien comparto mi vida y largas charlas profundas, las reuniones con los amigos, los proyectos de mis hijos, y pensar en un futuro mas tranquilo. Me estoy desentendiendo de la pequeña empresaria, sin miedo, y con la mirada puesta en lo que venga mas adelante.
Voy haciendo conquistas en mi trabajo como coordinadora de los talleres de teatro y de literatura, voy incorporando saberes, tengo confianza en mi misma. Una confianza que nunca tuve, adoro tener estos cincuenta y cuatro años con fuerza y alegría, me siento muy bien, hay días, sin embargo, en los que tambaleo, y tengo miedo, y la plata no me alcanza, o no me organizo bien con las tareas, o no cumplo los objetivos que me propongo de antemano, en fin... me perdono, ¡ya los cumpliré! No hay porqué hacerse el Hara-Kiri, ésa es una de las grandes enseñanzas que aprendí al ir cumpliendo años.
Unas imágenes de lo que me divierte hacer, y del desorden de la patrona.
Un domingo de fuegos en La Vinchuca de Oro, la casa de campo.
Otro domingo de postre en el desayuno, marzo en la casita de Saldán.
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comienzo del fuego, con leña de espinillos.
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llegan las papas en la negra sartén con aceite, al fuego nomás. |
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ahora viene el cerdo en lonjas,(trampa, ya estaba horneado) se le agregó caldo, vino blanco y romero.
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Se calientan los dos recipientes a la viva brasa. |
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me refugio bajo la chapa que se ha caído con la tormenta.
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¡que bien se ven los dos! |
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y van al plato las papas y el cerdo.
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¡que rico!
El fuego me dejó con colores en la cara,¡ ha estado muy sabroso este almuerzo!
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