Antes de que empiece el año laboral, siempre es conveniente en toda casa, hacer un recorrido por los lugares que uno nunca ve y revisar si están bien o deparan sorpresas. Mirar un muro que se humedece a causa de un caño, podar una enredadera que se trepa mas allá de lo que debe, expulsar a los insectos que hacen nidos en los rincones.
Mientras la patrona tiene un tiempito revisa, ordena, limpia el lugar donde vive, friega objetos para que recuperen brillo, y supervisa sectores en donde ella misma puede acumular. La patrona se sabe acumuladora, y tiene que descartar cosas que no le son útiles -no sin pesar-, ya lo sabe. La patrona no es de las seguidoras de Marie Kondo, por más que se lo proponga una y mil veces.
Lo que ella ama son sus libros, algunos los guarda desde que era chica, desde su adolescencia, de muchos ya de desprendió para que otros los disfruten. No quiere soltar por nada del mundo "El Tesoro de la Juventud" Joya que servía para niños sin televisión de 1930, con maravillosas ilustraciones de arte, grabados de famosos artistas, poesía de la buena, y miles de consejos, cuentos e historias con los que la patrona trabaja desde chiquita. Mientras revisa y quita la tierra de sus bibliotecas caseras, la patrona se va preguntando ¿De donde me vendrá este amor por los libros? ¿Porqué me cuesta tanto tirarlos o desprenderme de ellos? O más bien, para darle una vuelta a la pregunta: ¿ Es que siempre voy a estar cuidando bibliotecas, propias o ajenas? Porque además, en su trabajo a la patrona le ha tocado en suerte limpiar, estimular a la lectura, impulsar el leer como acto, tanto para sus hijos, como para sus alumnos viejos.
En un atisbo de lucidez, la patrona se percata de que en Horóscopo chino es una rata. Una rata para los occidentales es un animal temido, combatido, odiado, no así para los chinos, que encuentran virtudes en el pequeño roedor que comparte su nicho gastronómico con el hombre. Para los chinos la rata es curiosa, intrépida, guardadora, audaz e inteligente. ¡ Muchas virtudes! tal vez sea por eso que a la patrona le cuesta tirar y desprenderse.
Hoy, justamente encontró en una biblioteca de las que ella ordena una belleza, un libro de la escritora cordobesa Leonor Mauvecin, que se ocupaba de la Rata, en una preciosa poesía
LA
PIEL DE LA RATA
He
gastado mi sudario de muerte y espanto
En la
ciudad del flautista. Romilio Rivero
¿Qué arca congrega tu rumor de siglos?
Pestes y miserias convocan tu nombre.
Hija del escarnio y del olvido.
¿Qué es tu piel?
Sólo un segmento oscuro de la nada
Un manojo parduzco que se arrastra.
Una sombra perdida en los lupanares inmundos
Sin embargo perduras contra el estigma y el odio.
Contra los espasmos del asco.
Sombra que carcome los rincones del sueño
Déjame contemplar tu verdadera estatura.
Tú que roes el escondrijo de la noche
Y miras por el ojo la luz que todos ignoramos.
Tú que dispersas fantasmas
En el punto más álgido del camino
Donde todos abandonan.
Donde la parca arrastra su manto
Y alerta las lechuzas bulliciosas del miedo.
¿Acaso no acechas desde la soledad y en el
territorio
De las sombras conservas tu estirpe destronada?
¿Acaso no vagas hambrienta y sobre los escombros
Quiebras lo imposible?
¿Acaso no bailas junto al encantador que renueva
milagros
En el sortilegio de su flauta mágica?
Sombra de la noche que escarbas debajo de la piedra.
Entre los recovecos plagados de bestiarios y
lunas.
Entre los danzarines y las mariposas fugaces.
Entre los insectos alados que traspasan la aurora.
Entre todos los seres que se extinguen,
Repudiada
y maldecida, sobrevives.
Leonor Mauvecin. Poeta de Córdoba.
Súbitamente y al degustar estos versos venido de un libro que salió de una vieja biblioteca, la patrona recuerda el cercano paseo a Villa Ocampo. ¡Qué placer en esa enorme biblioteca!
Porque, aunque pasen los años y la vida, la actividad de sentarse y leer es uno de los placeres más grandes que nos puedan pasar, el tiempo que pasa sin que nos demos cuenta, el mundo se amplía, viajamos, amamos, sufrimos, crecemos, aprendemos gracias a los libros.