Versos servidos en esta primavera.
La mujer se libera de las lanas del invierno. En el jardín hay nuevos brotes, hojas, pájaros.
La mujer inspira el aire en la madrugada de septiembre,
mientras abre las ventanas a la vida.
y nos deja sus versos, como semillas,
en la tierra fértil del papel.
La patrona se despoja de sus ropas de patrona
se coloca un vestido ya propio, ata sus rulos con una cinta,
se sienta a escribir.
Más tarde también arriba a su amada cocina,
a mezclar los olores,
las palabras pues, se impregnan de aromas, de romero cortado.
de perejil turgente, de ajo, y de Moscato.
(Al regresar de su trabajo, ésta mujer que observa, con mirada verde, ahora toma la azada, y se va a la huerta)
Las hierbas que cultivo
Orégano
Tu ojito verde me
mira desde el caldo
Calientas las noches,
te encuentro en el verano.
Compañero del tomate,
y de la masa de Italia,
Orégano pequeño
perfumas, dibujas y coloreas
Los platos, mudos y
cotidianos
En todas las mesas del universo
humano.
Romero
No sé porque pienso
en la Provenza, en España,
Y en Grecia, cuando
te esparzo en las carnes
Que irán al horno.
Romero de florcitas azules,
De olor picante,
néctar de mediodía de abejas que zumban.
Romero infaltable en
recuerdos de madre,
Imprégname tu aroma
en la piel, no huyas de mí,
Ahora.
Melisa
¡Ábreme esa puerta!
Quiero descansar en tu lecho
Melisa. Un té con tus
hojitas me llevará de la mano
Al sueño, al pozo
profundo donde me espera Morfeo,
Ansío su abrazo, su
roce su canto.
Déjame entrar con tu
sabor y la aspereza, entonces,
En el hondo
momento
De cerrar los
ojos.
Albahaca
Sombra de la
Alhambra. Manos morenas y ojos negros
Te cultivaron desde
siempre Albahaca.
Te requieren mis
verdes, el tomate te clama.
Te casas con el ajo,
la nuez, y la oliva. Tu fusión es la salsa que viene desde Italia.
Imprescindible,
olorosa, elegante,
Árabe y tan nuestra,
¡Exquisita
Albahaca!
Salvia
¿Tienes vergüenza por
tu perfume?
Tu hojita gris no
brilla, y es áspera al tacto,
Salvia, quien te
quiere ama tu fuerza criolla,
Porque buscas las
carnes
El cerdo, el cordero,
la ternera más joven.
Tu olor poderoso
entra en el horno y embriaga.
Salvia, no nos prives
de él, de tu pequeñez,
Y de los mediodías que componen
El alma.
Pimienta
No te conozco, nunca
te vi.
Y ahí estás,
perfumada, sensual,
En toda mi
cocina.
Picor del Caribe,
olor a guerra y a conquista.
Te dejo entrar en el
plato y ser amiga
Pimienta de sangre,
ven, entra en mi boca,
¡Pica!
(Los fines de semana, la patrona recupera su casa, está desordenada.
Se horroriza, maldice el estar tan ocupada, se arrepiente luego de haber maldecido,
zapatillas, pues, delantal, y ¡a la tarea!)
Preguntas
que una se hace al tender una cama
Cuando tiendo la cama
Miro ese pozo,
Es la huella de tu cuerpo, tu olor, que
persiste.
¿Dónde se va el fantasma de lo que
durmió ahí?
¿Hago bien acaso imaginarte fantasma?
Tus ojos, ¿están tal
vez en aquel árbol acompañando al pájaro?
¿Por qué está mudo ahora ese teléfono,
Si estás en éste mundo todavía?
La huella de tu cuerpo se rellena
durante el día,
En la tarde te encuentro, la casa se
ilumina.
Y la carne se me encarna,
el silencio se viste ahora con tu voz,
Ya más ronca.
el sonido me habita, completa mi existencia.
Soy terca y vuelvo a mirar el
hueco, ese espacio tuyo que pronto estará llenado
Por mirar tu pozo no descubrí el
mío, mi hueco de descanso.
Tantas noches de luchas, de caer
en el sueño
Enredada en tu abrazo, de piernas, de
pies, de espaldas
Y de manos.
El hueco en el colchón me
interpela
Y me lanzo, mientras imagino
que un día la tierra cubrirá
Como frazada, como cobija, como colcha de lana,
A dos cuerpos viejos
Dos guerreros, dos inocentes
Que se quisieron.
Pozo, hueco, pedazo de espacio en
el mundo
compartido.
Por fin el olor de la cebolla corta el
mambo
Y "¡ a comer!", enuncio con voz
alta
Y nos reímos porque sí,
Mirando nuestros vasos.
El vino, la frazada, la tierra, la
cebolla,
El hueco de tu cuerpo y al lado el
hueco mío,
El lugar
Donde soy, donde somos.
Donde hoy estamos. Ambos.
(Porque en la tarde al caminar, la mujer descubre dos árboles
que se están abrazando)
Diálogo en la tarde, del Plátano
y la Magnolia
(Porque en
la tarde al caminar, la mujer descubre dos árboles
que se
están abrazando)
Cansada de
su abarcar exigente, Magnolia exclama:
-¡”Déjame,
No te acerques tanto! Tus ramas me despeinan,
me ahogan,
déjame un momento, apártate!
El plátano,
viejo árbol divertido, le responde:
-Es que
hemos crecido, niña, tú y yo, aunque lo niegues.
Y mira que
eres hermosa y coqueta,
¡Siempre
quiero abrazarte!
Por ser
viejos, y estar al lado, la charla es lo corriente entre estos ejemplares.
-Recuerdas,
dice ella, cuando éramos niños?
En la
desolación, de éste campo no había nada, nada
Y aquí
ellos nos ubicaron, uno al lado del otro
tan
endebles, y solos.
Y el tiempo
fue pasando,
¡Cuántos
niños albergamos!
El le
responde, ruborizado :
Creciste tan
hermosa tus hojas que brillaban
dieron
sombra a la fuente,
y
acompañaron
las tardes
de los inviernos,
en donde el
frío quitaba toda mi ropa.
A tu lado me
sentía
abrigado y
entero
Soñadora
ella piensa : -Nadie nos veía besarnos…
Ahora
estamos grandes,
Los niños ya
no están, y felizmente nadie viene
a
derribarnos.
El- Yo te lo
pido Niña, tú sigue floreciendo,
El perfume
de tu cáliz
embriaga los
días difíciles,
En primavera
te visitan abejas,
mariposas,
y coloridas aves.
Desde lo
alto yo escucho
tu
murmullo en la tarde.
ella-
¡Compañero Plátano, no me dejes sola!
Si tus ramas
abarcan, ¡déjame tocarte!.
Vendrán
pronto otros días
y nos
hundiremos
juntos, en
el verde brutal
de las
siestas estivales.
¡Deja a tus
ramas abrazarme!
Él- Para mis
días viejos
promete tu
perfume,
el blanco de
tus flores, la sombra tan calmante.
yo prometo
tocarte
y cubrirte
de besos en las tardes.
Ella-
Plátano amado, hay mucho todavía,
hay niños
que cuidar
del sol y
los calores.
la gente
necesita de nuestro buen reparo.
Tú,
permanece ahí,
y entre los
dos seguiremos
entre
vientos y heladas
esperando
que en la savia
vayan
naciendo los brotes.
Ya sé que
somos viejos,
y aún eso es
hermoso. te dejo que me abarques
y -¡está
bien!-
ven a
cubrirme de besos
en las
tardes.
Y así van pasando los días de primavera de esta patrona que se va enredando entre su trabajo, la huerta, las palabras y el amor.