domingo, 21 de octubre de 2012

ahora habla el nieto (en relación a Consejos...)



Ahora habla el nieto.


Si, abuela, ya sé. Hoy cobran los jubilados. Y sin aumento.
¡Ja!  ¿te acordás? Yo, de mas o menos ocho años, en penitencia, sentado en el pasillo, mirando la pared y las manos cruzadas en las rodillas sucias, completamente mudo. Y escuché el noticiero por la radio :”hoy se le abonará a la clase pasiva, los apellidos que comiencen por…” Ahí está –me dije sonriendo- ¡la abuela me va a comprar el auto celeste de la juguetería! Y en cuanto salí de la penitencia  y le di un sonoro beso a mamá pidiéndole perdón por haberla hecho caer al sacarle la silla en que se iba a sentar, y así  desparramar en la mesa todos los fideos con albóndigas del almuerzo. Cuando  ella  me abrazó y se secó las lágrimas que rodaban por su cara enfilé corriendo  para la casa de la abuela, que vivía cerquita de la nuestra.
Lo recuerdo ahora, que estoy re-jodido, que no tengo trabajo  por más que  he enviado mil cartas y me he presentado en cien oficinas, es que siento  que no es un mundo para mi, siento que a mí me gusta jugar,  y me gusta el mundo. Y me hacés falta ahora abuela.
Yo jamás le conté a la vieja que la descompostura que te agarraste y por la que casi te tiene que internar es porque vos te morías de ganas de comer un choripán en el parque, y me invitaste, haciéndome tu cómplice, y después te regalé la risa cuando subimos al gusano loco y  te despeinaste con el viento, recuerdo cómo nos divertimos y cómo nos reímos los dos, pobre… después te tuviste que aguantar parada  mientras yo me hacía el campeón en los “autos chocadores” hasta que te cansaste y te sentaste muy enojada,  pensar que yo estaba feliz, por fin!!! Me hartaba de maniobrar mi propio autito, de andar rápido de frente y de chocar, girarlo, otra vez doblar y buscar con mis ojos tu mirada y tu saludo, abuela. Al salir del parque fue cuando nos comimos el desgraciado choripán,  yo pedí uno con mayonesa, mostaza y kétchup y no me hizo nada… pero a vos sí.
Ahora, desde donde estés yo sé que vos pensás en mi y también sabés que  con este cuerpo grande que tengo,  no  he dejado de ser un poco un niño. Y ahora que mi vida por ahí me pesa te quiero y pienso en vos y en la falta que me hacés. 
¡ Mierda con esta vida de jóven sin laburo! me digo y me repito, y se me viene tu cara dulce  que dice suavemente como esos abrazos que me faltan : - “Y bué, ya va a mejorar, siempre que llovió…paró”-
Repito tus palabras  esperanzadoras, me tiro en la cama y  poco a poco, un cachito más tranquilo... me voy a dormir.

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