lunes, 6 de julio de 2015

un Brunch para el tío que no está.

Hoy, 6 de julio, me invitaron a un brunch.



Se trataba de una reunión de las mujeres de la familia de mi marido, para conmemorar que hace seis meses que el tío Gustavo no  está mas con nosotros.

Gustavo era un hombre apuesto, altísimo y muy cuidado, de profesión ingeniero aeronáutico, además amaba la música y el jazz, y ejecutaba el saxo y la armónica. Era el segundo de los cinco hermanos que habían tenido Mansueto G. Tres varones y dos mujeres, una de las cuales mi suegra Marta.  La cuestión es que éste buen hombre no se casó nunca, aunque salió con muchísimas damas de la sociedad, viajó muchísimo, tuvo una hermosa casa en Villa del Lago, cerquita del Lago San Roque donde podía practicar esquí acuático o también Wind-Surf en tiempos mas cercanos, y al acercarse a los sesenta y cinco años decidió cambiar su situación civil y se casó con una mujer hermosa, de cuarentitantos, divorciada y con dos hijos, y de ahí en mas fueron muy felices y comieron perdices.  Y el tiempo fue pasando inexorablemente y nuestro tío Gustavo fue envejeciendo bien, pero como todo el mundo, siempre viajando, siempre inquieto, nunca dejó de  sostener su empresa de  aberturas de aluminio y perfiles, -una pyme que él había creado y que a menudo le daba pérdidas-, siempre veló por que la familia estuviera unida, con alegría y en armonía. Türid su mujer lo acompañó como una verdadera esposa, en todo momento, con entereza y cariño,  no es fácil estar al lado de un hombre con todas las letras, y Türid nunca se quejó, a pesar de que era difícil a  veces pasar los días.


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Gustavo murió  el año pasado, ya había cumplido los 90 y fue debilitándose poquito a poco. Toda la familia se reunió para despedirlo con un almuerzo, el día en que se  lo enterró junto a sus padres y hermanos  en el campo, en Pampayasta. Türid como es alemana decretó un almuerzo campero en una estancia preciosa, y se comieron empanadas, sandwiches, fiambres, postres luego del triste evento.
En Mansueto 1912, Turid, Gustavo y el tío italiano.





Hoy nos reunimos nuevamente, como la casa es relativamente chica, fuimos sólo las mujeres,
Y pasaré a describir el inolvidable y finísimo Brunch para estar  acompañando a Gustavo y a Türid, -la hacedora de ésta maravillosa reunión-.

Al llegar nos abrió la puerta  la recepcionista, ns hizo pasar, ya habían llegado algunas sobrinas y amigas de la familia, amigas de toda la vida, mujeres encantadoras. En la ancha mesa de vidrio del living se encontraban bandejas con brusquettas,  de salmón rosado sobre galletita finita, tarteletas con queso y caviar,  y múltiples canapecitos que tenían rúcula, palmitos, jamón crudo, etc ¡todo exquisito! al rato llegó a la mesa un pan con corteza dura -fatto in casa- pero ahuecado y relleno con salsa de queso caliente, rodeado el pan de mini  grisines para untar en el queso, una verdadera delicatessen.
Nunca quienes estuvimos en el ágape, dejamos de ver flores, arreglos hermosos en las mesas y en lugares de apoyo.  Cerca del living donde nos encontrábamos,  en lo que es el comedor de la  casa, se presentaban otras bandejas con canapés y jarras de jugos  exprimidos, de naranja, de pomelo y de limón con notas de jenjibre.¿las bebidas? fieles al estilo del Brunch se sirvió café en pocillos fabulosos, los jugos, obvio nada de gaseosas ¡por favor! y , eso si, Champagne durante TODO el evento. Las mujeres disfrutábamos de charlar y comer, también cantamos un par de canciones.










 Türid, tuvo una hermosa idea: en un rincón junto a los discos, colocó portaretratos con fotos de su marido y también  algunos objetos que habían pertenecido a Gustavo, objetos queridos, tal vez inútiles, un rosario de una tía, bellísimo, una hermosa billetera de cuero, lapiceras muy finas, y cosas que Turid nos permitió llevar si queríamos. Un antiguo reloj Longines que se salvó de un incendio, etc.
Y poco a poco el tiempo fue transcurriendo, ya cerca de la una y media de la tarde nos sirvieron un plato caliente: Flan de Hongos de pino, indescriptible lo exquisito del sabor  y la dosis justa, un poquito y un grisín finito para acompañar, siempre  nos servían nuestras copas de cristal con champagne en temperatura justa, no frappé, no templado.
Y se nos invitó a las señoras a servirnos el postre -o mejor dicho, los postres- En una mesita aparte junto a platos pequeños, tenedorcitos y cucharas de plata, se habían dispuesto bandejas con preparaciones suizas, bocaditos de manzana, manteca y nueces, una gran torta brownie sin nada de  harina, en honor a Magdalena que es celíaca, y para coronar la reunión llegó una Isla flotante con salsa de dulce de leche y ¡tocino del cielo!   Casi nadie lo probó, dado la hora y todo lo que habíamos comido antes,  salvo  la patrona, quien escribe estas líneas, y quien disfrutó hasta el último minuto de una reunión tan exquisita -sic- e inolvidable.

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