domingo, 10 de abril de 2016

encontrarse con una misma

No me había pasado hasta ahora, ¡cuento los minutos para reencontrarme conmigo!

Desde que trabajo fuera del hogar y veo tanta gente, ómnibus, oficinas, horarios, personas, compañeros de tarea, alumnos, superiores, ansío volver al hogar y recluirme en mi misma.
Ansío el silencio.
la vorágine de los días es brutal. Hay clases que preparar, facturas que pagar, llamados que hacer, cumpleaños de  personas queridas que tenemos que festejar, y me queda tan poquito tiempo de reposo, de quietud.
 Hoy es la última fiesta que realizamos nosotros en mi pequeña empresa, me veo ante la perspectiva de ya no tener que ir al mercado a hacer compras, de no atender los problemas del salón, su personal, la rutina de la prensa y los llamados, ¡que bueno, tendré menos tarea!
En mi casa ya mis hijos, que están grandes, también me han liberado bastante, ahora nos reunimos con José y los chicos, en la cena,  todos juntos, Yo los observo y creo que es algo bueno que crezcan y decidan, me regalan tiempo,los chicos  ya cocinan y ayudan,entonces,  se van conquistando espacios de placer, que es la gran conquista personal, al menos para un alma peregrina y voladora como la mía que necesita tanto estar en paz con su alma.

En fin, como ya dije en una  crónica anterior, éste es un momento de transición, de cierre, de culminación de una etapa, por eso sufro estas pequeñas crisis existenciales que está bueno que se presenten, porque significan que estoy viva y que reflexiono, ¿qué me deparará ahora toda esta puerta abierta hacia una perspectiva nueva? Solo dependerá de cómo vaya viviendo el día a día y de cómo resguarde mi pequeña almita en cada momento.
Nicolás, mi hijo, trabajando como mozo, (ya gana sus pesitos)

Ignacio, el menor, también de mozo (idem$$$$)

laura profesora de literatura


paisajes ansiados de paz.

el salón, con sus exigencias

armar el Gazebo de los novios, otra tarea de los sábados por la tarde.


a pesar de todo... sonrío!

mientras ellos bailan, yo trabajo, trabajo.

Aunque a veces, también tengo el respiro del campo, ¡feliz!

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