Historias de vestidos II
La Bufandita
Hace ya unos años escribí en este mismo blog una hermosa historia que me contó Celina Gonzalez, una historia familiar. Celina y yo seguimos siendo amigas actualmente, su mamá, una señora maravillosa, cultísima, generosa e inolvidable, murió hace unos pocos días. La vida fue muy buena con ella a pesar de un gran número de avatares, pérdidas, cuidados de su madre y sus hermanas con problemas, en fin... una vida larga, compleja, con momentos momentos hermosos también. Pero volvamos a nuestra "Historia de vestidos".
Celina, es -como lo era su mamá- una mujer muy generosa. De cada viaje de los muchísimos que realiza, trae un regalo para mí, gesto que yo aprecio enormemente y valoro. Son maravillas que ella mira y compra, del sudeste asiático trae un pareo tailandés, de su viaje por India un Sari, o el género para realizarlo, de los barrios bajos de Miami un delineador de cejas (absolutamente necesario para la ya sexagenaria Patrona, pues no le queda ni un pelito). En un pequeño bolsito de avión viene un collar de perlas barrocas rosadas, ella cuenta que tuvo que ir a hablar con el mayorista chino en New York, etc. Regalos amados y usados inmensamente. Entre las numerosas herencias y regalos que Celina ha compartido con ésta amiga, hay uno particularmente atesorado : una pequeña bufanda de muy linda lana, tejida vaya a saber por quién, yo adoro esta pequeña prenda y la uso todos los sagrados inviernos porque es calentita y de lana peluda.
El caso es que en este frio invierno cordobés me acerqué este sábado que acaba de pasar hasta una muestra de Arte en Unquillo, en el pequeño museo que fue la casa del pintor Lino Eneas Spilimbergo. Exponía Mónica Rizzuto, junto a Celina las tres fuimos compañeras del colegio, hace mil años, Celina es abogada, yo...todavía no se lo que soy, si actriz, si profe, seguro mal ama de casa, promotora de ideas locas, ¡que se yo! Tal vez soy una cuasi- escritora, no sé, sinceramente y poco me importa definirme. Lo cierto es que Mónica es al día de hoy una artista plástica reconocida y tímida, que vive en Cabana.
La muestra es maravillosa, se llama Imágenes del Monte y allí Mónica plasma lo que ella misma ha visto y a admirado de vegetación. Los churquis, las florcitas serranas, las espinas. Un sueño su pintura.
La muestra es maravillosa, se llama Imágenes del Monte y allí Mónica plasma lo que ella misma ha visto y a admirado de vegetación. Los churquis, las florcitas serranas, las espinas. Un sueño su pintura.
A Celina y a mí nos encantó participar de la muestra y mucho más en la casa de Spilimbergo, un pintor sencillo y al mismo tiempo tan fabuloso. Los óleos que dejó de mujeres de ojos grandes son extraordinarios. Fue una tarde cálida y las tres lo pasamos hermoso, recorrimos la muestra, escuchamos música celta con gaita y buzuki, charlamos, hablamos de la muerte de la mamá de Celina y mi amiga pudo hablar un poquito de ese momento tan duro que había vivido. Al terminar la muestra ella y su novio me llevaron a casa en auto porque justo el sábado yo no había ido con el mío.
En cuanto llegué a mi casa me percaté de que no tenía mi teléfono celular, había quedado en el auto de Celina, mediante una red social le avisé y quedé de ir a buscarlo al día siguente.
El domingo por la mañana (yo tenía que trabajar a las 10 hs en el centro) llegué a lo de mi amiga a buscar el celu, ella me abrió la puerte, todavía con piyama, y me entregó el aparato, nos despedimos con premura, pero Celina me miró, y con emoción dijo -"pensar que esa bufandita que tenés la tejió mi mamá". Me costó reaccionar, de repente sentí que la bufanda me calentaba todo el cuerpo en aquella mañana helada, ¡una bufanda tejida por Martita, la mamá de mi amiga, que acababa de morir! Sus manos viejas habían tejido ese rectángulo en las horas aburridas de la vejez, en su barrio. Sin quererlo pensé ¡gracias Marta! Gracias por tu hacer, por el tejido, por lo que entregaste a tanta gente...
Mi amiga también estaba emocionada. nos dijimos adiós y yo me había quedado pensando.
¿Qué es lo que una da cuando entrega algo? ¿da calor? ¿ Uno sólo regala para vaciar roperos? ¿ o tal vez uno intenta que el otro guarde algo de su ser y presencia humanas?
Esa misma tarde, antes de ir a Unquillo a ver la muestra, otra hermosa mujer de mi familia había sacado de su placard una capa negra, para cubrirme, porque el abrigo que yo tenía había quedado en el auto, éste había partido hacia otros lugares, y yo estaba desabrigada para enfrentar los frios serranos.
¡Qué afortunada soy -pensé-! Tengo una bufanda calentita tejida por manos viejas, que ya no están en este mundo pero que entregaron tanto a mucha gente. y hay sobre mi espalda una capa de color negro que me fue regalada con todo el cariño para no pasar frío.
El amor y la generosidad de las mujeres. ¡Como me siento de abrigada con estas prendas y con estas historias!