Océano inmenso,
agua salada.
arena que guarda nuestras huellas.
Un cuerpo que se enfrenta a lo ancho del mirar
Y mirar.
Y gustar del agua y del murmullo.
El mar
tan necesario.
En el mes de junio pudimos ir al mar, hacía muchos años que nuestros pies no tocaban el agua salada, y no escuchaban las carcajadas de las gaviotas, o el ruido permanente de las olas.
Brasil, una casa hermosa y prestada, la aventura para dos personas cansadas. un viaje que fue una prueba, cómo viajar, qué plata usar, qué hablar, el otro como desconocido compañero de charlas y de viaje, justamente. Salió muy bien, volví contenta. Van fotos.
Es invierno, tanto en Argentina como en Santa Catarina, asi que estábamos abrigados.
pero un día me puse la malla y me dejé revolcar por las olas. |
José no. Es muy friolento! |
bellísimas las letras del Mercado, igual que la herrería! |
he aquí la historia. |
me encantaron las fachadas, los colores, las rejas. |
el barquito que nos acercó a Sao Francisco. |
y la escollera larguísima en el mismo mar. |
Adoré una vez más Brasil, su música, la historia, la geografía. aproveché para leer poetas maravillosos y volver a cantar su música tan evocadora.
Me encantó este viajecito compartido con José, pueda ser que la vida nos dé otras muchas oportunidades como ésta. Tomara!
Gracias Alexandra y Fernando, nuestros amigos que nos prestaron la casa!
una preciosa casa con ventanales que daban al mar. con balcón y galería. qué importante lo que nos sugiere el cartelito: Parar, andar, respirar, acalmar e imaginar! |
(con mucha naturaleza en los ojos, con dibujos divertidos y acuarelas también)
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