lunes, 23 de septiembre de 2024

El año del Dragón de Madera

Transitando el año del Dragón


Un día cualquiera veo en mi casa a un hombre que se apoya en los muebles. Lo veo estar mal. Otro día me percato que estoy cansada, muy cansada físicamente. Otro día en cambio el silencio de la casa me lleva al disfrute del  estar solos por primera vez en muchos años, mi compañero y yo. Y una cosa llevó a la otra y todos estos pequeños acontecimientos me llevaron a pensar en lo tranquilo que sería una vida menos acelerada, con más tiempo para reflexionar y dedicarme a otros trabajos menos agresivos. Y tomé la decisión de jubilarme ántes de lo que vendría. El año del Dragón.


Milenios de antiguas culturas lo han estudiado, temido, comparado con el Mal.

 Los chinos lo veneran y lo consideran bueno, para sus vidas y hasta favorables para sus destinos. No sé.

 En estos días Córdoba no se ha liberado de sus llamas de fuego que consumieron bosques, casas, animales, flores silvestres. Todo a su paso.

 Como si no solamente fuese el animal alado que súbitamente aparece sino que su cola inmensa moviendo el aire hiciera girar las llamaradas y cambiar el curso  del fuego.

Ahora es imparable pero en el mes de Julio casi que celebrábamos que no hubiera habido incendios devastadores. hoy el  rojo y el calor tiñen el cielo y la tierra y lo devoran y destruyen todo.

 El Dragón.

Animal mitológico, temible y poderoso. No lo quiero matar, no mataría ni a una araña, pero ha causado tanto daño que espanta.

En este año uno de mis hijos perdió su trabajo, ahi anda, con fuerza, luchando, esperanzado.

Otro dejó a su amor, y a una casa bonita que miraba a una montaña.

El año en que volví a casa después de años de trabajo, feliz y cansada, pero con tiempo y preguntas.

Año en que queridos amigos  un día perdieron un hijo hombre,  hermoso y sano.

 El año en que el dinero no alcanza por más que lo estires.

El año en que en este país cuesta ser viejo porque ya no sirves, (no es mi caso, es que me solidarizo).

Año de nuevos lazos de amistad y de rupturas lacerantes con afectos viejos.

El año en que todos mis hijos tomaron decisiones, están adultos, los apoyamos.

También éste animal temido, con el que el cine para niños ha sido piadoso y ha creado un dulce personaje, nos muestra  sin embargo un aire benévolo. Porque estamos unidos y hay fraternidad, la gente  es empática y solidaria con los bomberos, se organizan campañas en esta tierra devastada. Y estamos sanos y festejamos la salud y la amistad a pesar de todo.

Y brindamos, pidiendo por las lluvias, que ya vendrán.

Tengamos esperanza.

Encontré una poesía en la búsqueda. No es mi intención matarte, año del Dragón, sino seguirte transitando  poniendo semillas, sin embargo. Escuchando a los pájaros mientras  riego  la huerta, cuidando el estanque, donde croan las ranas por las noches. Llegando a la cocina para hacer  de comer rico, dando besos y abrazos. 

 Quiero detener tus llamaradas iluminando este pedacito de mundo y escribiendo, Quiero perdonarte con los libros, estudiando. Quiero que te hagas amigo de esta pobre humanidad, Dragón de madera. Quiero que vueles lejos, de este costado de mundo donde me tocó nacer y vivir. Quiero querer lo que he amado y conseguido, lo mismo que tantos argentinos. Tranquilo, dragón. 

Yo Seguiré en la lucha de la Esperanza.




 


MATAR AL DRAGÓN

Ha llegado la hora de matar al dragón,

de acabar para siempre con el monstruo

de las fauces terribles y los ojos de fuego.

Hay que matar a este dragón y a todos

los que a su alrededor se reproducen.

 

Al dragón de la culpa y al dragón del espanto,

al del remordimiento estéril, al del odio,

al que devora siempre la esperanza,

al del miedo, al del frío, al de la angustia.

Hay que matar también al que nos tiene

aplastados de bruces contra el suelo,

inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos.

 

Que la sangre de todos

inunde cada parte de esta casa

hasta que nos alcance la cintura.

Y cuando ese montón de monstruos sea

sólo un montón de vísceras y ojos

abiertos al vacío, al fin podremos

trepar y encaramarnos sobre ellos,

llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas,

dejar que entren la luz, la lluvia, el viento

y todo lo que estaba retenido

detrás de los cristales.



DATOS DE LA POETISA: Amalia Bautista (Madrid, 1962) 

(La encontré en la búsqueda de exorcisar tanta llama, tanta destrucción del Año del Dragón de madera). Espero que les guste.
  Laura

domingo, 22 de septiembre de 2024

"El tiempo no tiene nada que ver, cuando uno es un imbécil, és un imbécil." Georges Brassens

Le temps n'a rien a l'affaire:




Era sólo una niña curiosa y descubrí a Georges Brassens. Aprendí a reir y amar cada una de sus canciones. Y a hacer mía esa idea de "Lo que a la gente le sienta mal es un camino personal", el remanido estribillo de La mala reputación.

Yo era una chiquita que dibujaba, mi madre lo observó y me envió a un taller donde aprendí a pintar con un método -en ese entonces-, innovador.  En ese mismo taller de una gran artista que cordobesa que luego se fue a Río de Janeiro a vivir,  creo que escuché ese solidario y empático vals: "Canción para el Auvernes" La jóven se llamaba Marta Gamond y formó varios artistas hoy muy famosos, en su taller de Barrio Iponá.  Recuerdo a Marta como  una artista visual, grabadora, y muy talentosa, de su taller salieron Nuna Mangiante y Cecilia Irazuzta, que aún se dedican a la plástica.  Eramos chiquitas, jugábamos, creábamos, hacíamos aguafuerte, aguatinta, y lo mas lindo:  el estampado, tanto era asi que mi mamá que ponía muchas fichas en mi educación artística en ese entonces, se animó a sugerirme que cuando grande estudiara Diseño. Pobre mi vieja, no sabía que he trazado mi vida como he podido y que la parte plástica la tengo en suspenso por el momento. Materia pendiente para el resto de toda la vida que pienso vivir.  Pero volvamos a Brassens, el gran amor de mi vida, un hombre al que sólo podía escuchar y cantar sus canciones, primero en español, luego en francés, cuando  fui a la Alianza Francesa, y me enamoré para siempre de él.  El Auvernés  es la solidaridad, el amor al prójimo.
Siempre que estoy en situación de llanto o cuando alguien necesita de mi, recuerdo estas palabras de su cancion para el auvernés: 

 "fue un pedazo, de tu pan 
                                        lo que me diste, porque si
                                        y en mi alma se quedará
                                        Como si fuera un festín!"

Las notas de ese dulce valsesito tocadas en la guitarra, ay! me hace llorar de felicidad!
  Por supuesto:  La mala reputación es una de las canciones capitales del siglo XX  , casi diría que está a la par de Cambalache, de Discepolo, o de  Eleanor  Rigby, de los Beatles. Canciones que son nuestros adoquines sobre los que nos asentamos sin eso no somos personas.  Sin ellas no.
Con ellas, todo,  y esa hermosa traducción (buscar en la web) que hicieron Claudina y Alberto Gambino es extraordinaria y muy veraz,

  "En mi pueblo sin pretensión
                                            tengo mala reputación
                                            que me moví o que me quedé
                                            me consideran yo no se que

                                            Y sin embargo no jodo a nadie
                                             siguiendo solo por mi camino
                                             Pero a la gente le sienta mal
                                             que haya un camino personal
                                             a la gente le sienta mal
                                             que haya un camino personal

                                              Y todo el mundo habla de mi
                                               Salvo los mudos, claro que si!
                                           ..........................


¿no es extraordinaria?  Ni que hablar de "el mal sujeto arrepentido"  o "los velorios de antaño"   la dulce esposa que no traiciona en Penélope, el gatito que se confundió de teta  con Pauvre Margot  y  otras miles de canciones que me acompañan en la vida, porque me hacen reir, o porque me hacen llorar, o porque me enseñan cosas, o porque me hacen simplemente rezar y  agradecer a dios , que en el mundo haya habido un ateo tan malhablado, pero tan extraordinariamente buen poeta, buen hombre y buena persona como Georges Brassens.  Nuestro poeta  murió en el 81 para mi está vivo, hace un rato nomás lo escuché  (y les cuento un secreto: ayer, un amigo que me quiere, me regaló una canción de el, "el tiempo no tiene nada que ver").
  Es todo por hoy Te querré siempre francés!