viernes, 29 de mayo de 2020

Te estoy extrañando, ciudad. (la patrona extraña caminar)



Dura cuarentena impuesta en el país, no nos animamos a salir, y nos obligan a quedarnos cada cual en su casa, no todo el mundo está cumpliendo, tal vez por tener que trabajar o por querer salir de una vez, lo cierto es que no hay confiterías, tiendas de ropa, cafés, cines, Por otra parte el virus se esparce silenciosamente en ambientes vulnerables, villas con carencias, espacios de trabajo,  y cada día aumentan los casos en distintas partes de Córdoba, es un virus muy contagioso y se prioriza el tiempo que se gana guardando camas, respiradores, médicos y recursos para pacientes realmente graves. En lo personal, todavía no he agotado todas las muchas cosas  para entretenerme, aún me quedan miles de cosas por hacer de las que hacía en los ratos que me quedaban del trabajo.

(El tiempo libre es fundamental en la vida de la patrona, ella desde niña lee, juega, hace collares, pinta, cocina, y obvio juega con sus muñecas, aunque... ustedes saben, la patrona va a cumplir SESENTA AÑOS  en enero) Ahora nos encontramos que esta patrona... Ahora extraña el centro, su centro de esta ciudad de cuatrocientos y pico de años.¡Así es! ahora le toca seguir hablando a ella.

Amo éste tiempo para mí, sin embargo, confieso que  extraño el centro.


Acostumbrada desde todos los días a trabajar fuera de casa, a tomar ómnibus, a disfrutar del viaje al alba, la oscuridad y la intimidad del transporte, mirar las caras dormidas, pensar en ésa gente humilde y sencilla que va a su trabajo o a sus obligaciones cada mañana, y aprovecha ese ratito para dormir, Me encanta y no es mi caso, en esos viajes de quince kilómetros me voy poniendo al día con el celular y las noticias, leo la prensa de mi ciudad, de mi país y hasta algunos periódicos del mundo, es el espacio de soledad, de intimidad frente a lo inmenso de este universo y sus problemáticas que yo no podré resolver. Llegar al centro de la ciudad es un segundo de encuentro acelerado, bajar,  oler el olor del café de las cafeterías del alba, caminar rápido hacia el trabajo, el reloj marca los segundos inexorables, en la caminata se siente el frío o el calor, Y llegar,  tomar ahí en la oficina el café o el mate junto a los compañeros, hablar de lo que nos ha pasado en  la vida, encarar el día que comienza.

¡Como extraño esos momentos!   El Corona Virus y el aislamiento me regalaron tiempo en casa, pensar, caminar entre las hojas, escribir, leer, descubrir autores y obras, pero extraño el andar sin rumbo un rato por las calles  y encontrar estas pequeñas maravillas de mi ciudad como la ventanita  de la foto, que tiene alrededor de trescientos cincuenta años, o tal vez  más. Caminar, ir de cuadra en cuadra mirando vidrieras, oler los olores conocidos y que uno no se quiere perder, el praliné en la esquina, las panaderías, el olor a jabón de las lavanderías de ropa,  ¡hasta el olor de los vehículos lo extraño a mares!

Los días pasan y las horas corren inexorables, a todos se nos pasan volando las jornadas y a menudo tenemos la sensación de que no hemos hecho nada de "importante" durante este día, pero sí, sí hemos hecho, lo que pasa es que es OTRO el parámetro de medida. Antes trabajábamos, dábamos clases, escribíamos proyectos, conversábamos con nuestros compañeros de trabajo y  volvíamos a nuestras casas exhaustos y a penas comíamos una comida rápida intrascendente, luego a descansar o tal vez mirar un programa de televisión, y dormir para retomar la rutina al otro día.

Ahora degustamos el día. Miramos por la ventana, hablamos por teléfono con quienes nos queremos y disfrutamos también la charla, preparamos algo de comer y hay esmero en el preparado, tal vez improvisamos alguna receta que vimos en la web. Tenemos en cuenta nuestro cuerpo y en la medida de las posibilidades hacemos gimnasia, yoga o caminatas, y pensamos, pensamos y pensamos en el momento en que ésto pase, Cuando podamos comer con amigos, volver a los museos, ver a nuestros parientes, ¡ir a comprar ropa o zapatos! y trabajar en nuestro trabajo u oficinas. Sobretodo, ver a nuestra ciudad en toda su dimensión,  Córdoba, ciudad de la patrona, doctoral   y antigua ciudad, tan maltratada por sus habitantes, ojalá este momento de cuarentena nos haya servido de algo. Ojalá.


sábado, 9 de mayo de 2020

Lo inesperado, el Coronavirus.








Verano del 2020

Los días pasan en el verano. Uno se levanta no tan temprano, mira a su alrededor, se despereza y recuerda si ha pasado una noche bien dormida o una noche entrecortada. Las estrellas y la luna veraniega nos impregnan de oscuro y  nos alcanzan hasta el nuevo día, por eso las mañanas están con nosotros.  El calor diurno nos hace desear el abrazo de la noche, poco a poco los días van transcurriendo, vienen lluvias, mojan la tierra y se desprende ese olor... ese olor del ozono que nos invade y  nos llena de felicidad, ¡el olor de la tierra mojada!

 Y así va llegando febrero, la luz disminuye por mas que haga calor, el sol tiene otra luminosidad. Lo bueno?  Es que retomamos poco a poco el ritmo del año, y recordamos días ociosos de enero y diciembre. Lo malo? Es que empieza el año! con su vértigo y rutinas, con el marco, con despertador tempranero, en fin... Se terminó la paz y el regalo de las vacaciones.

Agradecida a la Vida por poder ver con estos ojos el paso de los días.
 ( Texto guardado en borrador antes de lo que paso a relatar en el texto que sigue).

 Febrero del 2020 

Casamiento de nuestro hijo mayor. Durante el mes de febrero fuimos preparando nuestra casa y a la vez trabajando sin denuedo con las fiestas que se habían contratado, el 29 se casaron Santi y Alejandra, en un año bisiesto, nuestro primer hijo casado, una felicidad inmensa. 







Comienza marzo 2020

poco a poco nos fuimos percatando de los cambios, poco a poco la prensa nos fue llenando de noticias. Infectados, mercados cerrados, casos, hospitales, y la frase tan temida que nos llegó en la noche del jueves  diecinueve de marzo: "a partir de las cero hora de esta noche se decreta un aislamiento social obligatorio", aislamiento, #quedateencasa , la casa como refugio contra la enfermedad, estar entre nosotros, cuidarnos. hicimos sin embargo dos casamientos más (que no deberíamos haber hecho, pero fueron permitidos por las autoridades municipales, y fueron los últimos, luego siguió la cuarentena, el aislamiento. y aquí estamos los tres. en casa, adentro.
Nosotros somos José, Nicolás nuestro hijo y yo. Los tres, tenemos nuestras rutinas, dormimos bien, tratamos de comer rico y variado y de tener espacios de creación.


Los primeros días ordenamos esta casa. Nuestra casita de arriba, la que -justamente, con sorna llamamos "La Casa de Ana Frank"  nos divertimos con el hecho de no ir a trabajar y poder acostarnos un poco más tarde, de manera a levantarnos no tan temprano y  tener otra dimensión del día. Poco a poco el tiempo fue pasando y vinieron días feriados que estábamos adentro, estuvimos sin semana santa ni huevos de Pascua, todo era igual, pero lindo, no extrañé mucho el afuera, hacía tanto tiempo que necesitaba tiempo, tiempo para mí, ¡para estar sin hacer nada!

 Y lo cierto es que nunca he estado sin hacer nada, máquina de trabajar,  armé prontito un grupo de wats app con mis alumnas, en donde les dí  tareas de lectura y escritura, eso las mantiene divertidas y algo exigidas, el grupo se llama Escritoras a distancia, y hay muchos logros, se escribe, se aprende y se piensa bastante, y sobre todo:¡¡¡Estamos Juntas!!!


Mi querido y viejo blog de la Patrona se verá mas poblado de notas, porque lo que pasa es muy fuerte,  ahora en la casa ya somos cuatro pues también vive con nosotros Ignacio, que estaba con su novia y una amiga de ella en una casa grande, y decidió venirse para acá, al caserón con bosque, ¡qué lindo, uno más y cerquita! 

Abril 2020

En Saldán, nuestro pueblito cercano, a penas un kilómetro, hubo un brote de Coronavirus, sesenta y cinco personas se contagiaron por un médico que sospechó ser portador asintomático de la enfermedad, pidió hacerse un hisopado y dio positivo para Covid19, ya había estado atendiendo en geriátricos y con pacientes propios grandes, fue un horror, porque dejamos de ir al pueblo, y poco a poco nos enteramos por la prensa que van muriendo algunas personas contagiadas. Muy triste.

Mayo 2019

hace ya cuarenta y pico de días que estamos bajo aislamiento, y hay páginas y páginas para leer, filosofía, pensamiento. Pero yo estoy abocada a la facultad de lenguas, ya que estoy cursando Literatura francesa II, CulturaII y hasta Lengua Francesa V. Algún día terminaré, dejo en pausa, anoche nuestro presidente  anunció que la cuarentena sigue hasta el veinticuatro de mayo. Era de prever, los contagios continúan pero muy paulatinamente, no como el espanto de los otros países, Brasil por ejemplo, terrorífico, no solo el Coronavirus mata a las personas sino que también están aprovechando para deforestar el amazonas, qué mundo que nos espera.


 El año pasado releí Candide,  de Voltaire, escrito en el siglo XVIII y la tremenda conclusión a la que llega Cándido después de pasar mil vicisitudes, terremotos devastadores, viajes por el mundo, la  maldad de la gente, pestes, encuentros y desencuentros, es: "hay que cultivar su propio jardín. Toda una reflexión que viene perfecto en estos tiempos para tener en cuenta y estar presente en el mundo, ser solidario, empático, tener en cuenta la realidad del otro en toda su dimensión, pero hay que también retirarse a un lugarcito propio y cultivar su jardín verdadero o simbólico, abonar la tierra, crear el abono, limpiar de malezas, sembrar semillas buenas, y detenerse a ver crecer las plantas, las hortalizas, las flores. Inmenso Voltaire!