Galería con los colchones para los efebos y efebas
Con la proa hacia ¡La Pedrera!
Tempranito en la mañana -no se crean que la adormidera iba a hacer efecto en dos resortes ansiosos de viajes como nosotras- salimos en silencio de la habitación, dejamos durmiendo a nuestros acompañantes ocasionales y nos dirijimos a la cocina del lugar a tomar el desayuno incluido en la tarifa. Bandejita con tostadas, jugo, café con leche...placer en la galería de la que ya vieron fotos. despedida y proa hacia la próxima playita, cercana. Cuando llegamos, había densos nubarrones en el cielo, el tiempo había cambiado y se presagiaba la lluvia.
Al llegar a la Pedrera buscamos alojamiento, caminando por el pueblito encontramos un hermoso hotel esquinero, que nos alojaba en habitación sin ventanas y con cuchetas, por el mismo precio que habíamos pagado la noche anterior compartiendo, con Divididos y olores ajenos. Ya no Thelma y Louise, sino las prosaicas Rebeca y Judith mirando sus billeteras, aceptaron solemnemente la propuesta, ¡a dormir con la puerta abierta!
El hotelito era precioso, la galería y el restaurant miraban al mar, un sueño, además la decoración en general de muy buen gusto, la habitación doble costaba 150 dolares, pero nuestras tacañas amigas pagaron solo 60 por una noche ¡aprendan!
aqui en la veredita del hotel, en la Pedrera, con Hortensias
Vista al mar desde la galería del hotel
En el apuro por conocer dejamos bolsos en el auto y nos fuimos a caminar, ¡que hermoso! a una cuadra, solo a una cuadra, encontramos un taller abierto a todos, una iniciativa de la comisión de Cultura de La Pedrera, donde nos permitiernon jugar, crear y pintar sendos paisajes inspiradas en la brutal imágen que teníamos enfrente, ¡un verdadero placer! van fotos
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