En ésta nueva etapa de los cincuenta años los abuelos han muerto, la casita del campo no está mas, todo cambió, se perdieron amigos de años, los chicos se hicieron adolescentes, eligieron sus vidas, crecieron y cumplieron años, algunos ya ni siquiera viven con sus padres, y la realidad es otra. Ésta familia vive en una realidad nueva, con una casa distinta, y un presente diferente. Y hasta los domingos son diferentes. Después de realizar una fiesta nos acostamos a las seis de la mañana, y dormimos toda la mañana, a los niños pequeñitos solíamos decirles que era el sueño "de la bella durmiente", ya no lo es tanto porque nos turnamos para trabajar durante la noche y entonces disfrutamos de la mañana del domingo, al menos yo porque adoro escuchar la radio, adoro, hay excelentes reportajes a gente inteligente, música, Piazzola, unos mates y es en ese momento que me percato de que empieza mi dulce rutina de domingo.

Después de la larga siesta nos volvemos a reunir todos y compartimos cosas que nos gustan a todos, en el verano disfrutamos el parque, el afuera, en el invierno todos vemos cine porque siempre hay una buena opción en la tele, todos sabemos y defendemos el derecho a no manejar el auto, es decir: la familia se queda en casa y tranquila, a veces el padre dibuja o pinta a la tardecita, la patrona lee, hace collares, escribe y siempre está en la zona del lavadero preparando la ropa para el día siguiente.
No hay aburrimiento, no hay posibilidad de tristeza por el día lunes. La patrona sabe que ha vivido con intensidad este día domingo y que a pesar de que siempre está atareada y le cuesta desenchufarse de la tarea diaria, ella ha sido bastante feliz.
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