domingo, 22 de junio de 2025

 Esta noche soñé con vos.





Quiero escribir este sueño antes de que se me desvanezca de la memoria. Que se vaya del todo la vivencia de verte, tan linda  y sonriente.  

Yo estaba, como estuve tantas veces, en tu casa de Villa Allende, había desorden, y de pronto aparecías vos, contenta, con el pelo largo, y la cara mas gordita. Y yo te preguntaba, -¿dónde estabas?, ¿era mentira que te habías muerto?- Y vos, muerta de risa me contestabas, "¡Jajaja! ¡los engañé! Me había ido a Europa, a hacer camping a Alemania!"

  Yo pensaba en todo lo que había sufrido con tu ausencia, con tu muerte súbita, con el no poder despedirnos después de una vida de amistad y vivencias. Pero al  verte contenta y imaginarte dormir  en  carpas, pensarte caminando entre pinos  en la Selva Negra, no se... me ponía feliz. 





Es un sueño que me  puso contenta.

 Día a día trato de procesar tu muerte, amiga. ¡Qué absurdo todo!

 A veces siento que es mentira, pero no. La misma existencia te superó y decidiste. Te entiendo, te respeto, y respeto tu gran dolor, la decisión aunque me dañe, de poner distancia entre las dos. Nunca lo entenderé y será ése uno de los misterios con los que seguramente una  convive todo  a lo largo de su propia existencia.

Pienso en mi madre y en vos, irse jóvenes  de la vida, dejar  los hijos, dejar todo lo que uno va a dejar.


 Almodovar me respondió muchas preguntas cuando vi "La habitación de al lado", me encantó esa peli, y te entendí absolutamente: ¡lo que debe haber sido, saber que una no quiere seguir sufriendo con ese cuerpito complicado! 


 Como sea, te quiero, y me siento feliz de saber que tu alma descansa en un lugar bello, en un bosque, mirando un río, montañas, cerros. Vos, divertida y observando como nosotros, que estamos aqui, en la tierra, seguimos cargando nuestras mochilas repletas de tareas y preocupaciones.


 ¡ah!  recuperé el collar de mi mamá! Lo fui a buscar a tu casa porque tu hija me autorizó, y le dije a tu hija las palabras que un día escuché en Tilcara de parte de una amiga de mi mamá: ¡"Hija de Kiki, hija mía"! 

(es que yo había ido al casamiento de una prima, y ésta,- que seguramente jamás leerá este blog,-  no me había invitado. Sin embargo yo tengo una madrastra, y ella es buena, fue ella quien  puso su tarjeta en mi sobre de parte de casamiento, y allí fui, SIN ESTAR INVITADA,  al llegar a 1080 kilómetros de mi casa, mis parientes se miraban sin entender ¿¡qué hace ésto acá!?  Y yo me percaté de que  ¡no tenía dónde parar ese fin de semana!  Fue entonces  que
María Teresa LLamazares me abrazó  y me dijo esas palabras tan hermosas y cargadas de empatía, "hija de Kiki, hija mía!"

Así también yo le dije a Juliana: -"sos como una hija mía, lo que necesites, llamame, ahí estaré, Pepe también"-.

Cierro este texto contándote que estoy bien, llevando como puedo tu ausencia,  tal vez escribir, soñar, usar tu cerámica para comer rico,  escuchar a nuestros amados Buarque y  Silvio Rodriguez,  me ayudan a saber que en otro plano, ya no sufrís más, y los que quedamos...estamos bien. Un beso Lisa



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